martes, febrero 28, 2006

Oé y la sensibilidad japonesa

"Sputnik, mi amor" de Murakami fue la lectura de comienzo de año (de esas de un tirón en un tren que siempre dejan el gusto de la unidad de la historia: un viaje=una historia). Nothomb habla de Japón sin parar, Banana Yoshimoto volvió a mi memoria (recomiendo YA "Kitchen") mientras hago ganas para desembolsar una pasta por su último libro -que ya he comprado una vez, que conste, aunque no para mi y de repente
"Una cuestión personal"
que no es poético, ni delicado, ni preciosista.
No.
Es devastador y con imágenes y situaciones tan inimaginables para mi mente eurocentrista y tan occidental, que el desconcierto acompaña al asco -meramente literario, ese que produce el asombro de que las palabras puedan remover tanto-, a la desazón profunda que me despierta. Me revuelve el estómago, pero no lo puedo soltar. La cadencia del sufrimiento de "Bird" en su bajada al su personalísimo infierno no me suelta.
Algo extraño. Inquietante.
Pero ferozmente vivo.