Siempre pasa lo mismo. Llegada cierta página de una traducción, el asunto se torna insoportable. El tiempo se detiene, y ahí me veo, atrapada para siempre con los mismos personajes, la misma narradora, la historia que ya sé como acaba...
No dejo de preguntarme qué se siente cuando traduces algo que leerías por voluntad propia. Yo con ahorrarme el asco y las ganas de llorar ya me conformaba.
Veo tu trilogía de zombies y subo a una de vampiresas y licántropos. Póquer de ases, Gabriela.
Y por cierto, aunque me queje, no sé si alguna vez te he dado las GRACIAS.
Has ganado. Lo reconozco. No puedo mejorar las vampiresas y sus amantes. De momento. Comparto la duda existencial. De momento traducir un ensayo de un reputado historiador ha estado cerca de desquiciarme. Pero llegará el día, Sheila.
2 Comments:
No dejo de preguntarme qué se siente cuando traduces algo que leerías por voluntad propia. Yo con ahorrarme el asco y las ganas de llorar ya me conformaba.
Veo tu trilogía de zombies y subo a una de vampiresas y licántropos. Póquer de ases, Gabriela.
Y por cierto, aunque me queje, no sé si alguna vez te he dado las GRACIAS.
Espero haberlo hecho :)
Has ganado.
Lo reconozco.
No puedo mejorar las vampiresas y sus amantes.
De momento.
Comparto la duda existencial. De momento traducir un ensayo de un reputado historiador ha estado cerca de desquiciarme.
Pero llegará el día, Sheila.
Y, evidentemente, no hay de qué.
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