martes, noviembre 18, 2008

Reencuentro con la extrañeza de estar vivo

Han pasado once años desde la primera vez que estuve frente a Juan José Millás. Hoy, igual que entonces, me he sentado lejos, segura de que no me acercaría. Pero hoy, a diferencia de entonces, sabía que no me iba a decepcionar. De hecho, me he escabullido de Amitav (he encontrado mi coartada para huir) porque sabía que era una cita segura con el humor inteligente.
No he leído su último libro (y vaya, no recuerdo el título, tan sólo que tiene la palabra "objetos", pero mi búsqueda infructuosa se salda con pinchazo de la web de Seix Barral; si ellos no dicen nada de un libro que lleva dos semanas en la calle, yo no tengo porqué esforzarme más), aun así no importa, el discurso de Juan José Millás forma parte de mí desde siempre (o mi concepto de siempre) y reencontrarme con su bien hilado retrato de la extrañeza ha sido un alivio en un día extraño.

Dejo constancia de lo que para mí han sido las perlas de la tarde (además de mi compra compulsiva de la Gramática de Llorach y cuatro camisetas):

En nuestra calle se acababa la realidad, después no había nada.

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La importancia de lo irreal en lo real.

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Vivimos en un mundo que cada vez es más literal. Los objetos no hablan. Tomarse todo al pie de la letra es muy de nuestra época.

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La fabricación en serie no existía en el grado perverso que existe hoy.

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Es muy raro el hecho de ser hijo, haber inventado palabras que crean esta realidad (padre, madre, esposo).

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Era una familia normal, por lo tanto raro.

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Ser incrustado en un mundo que no se comprende.

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El plato combinado era tecnología punta. Llegar y pedirlo era haber llegado.

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Una coartada narrativa innecesaria es decir que un huevo está fecundado. Es totalmente inverosímil que un pollo salga de ahí.

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Estamos llegando a acuerdos constantemente con los otros que nos habitan (porque no somos plurales, somos esquizofrénicos).

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Escribir es lo menos parecido a una carrera.

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Un escritor es alguien capaz de asociar dos ideas que en apariencia no tienen nada que ver.


Me gustaría ser Covavski para haber dejado una crónica, pero soy Sososki y sólo dejo los hilos con los urdo tramas y alimento la extrañeza de la condición vital, de trabajar con palabras, de pensar en pensar todo el día.


1 Comments:

Blogger C. said...

Aquí Covavski emitiendo desde el epicentro de la catástrofe del universo Halo (mejor no preguntes).
Yo tenía la intención de ir pero fui abducida por una cantidad ingente de correcciones que me retuvieron hasta las 10 de la noche en la oficina para descubrir, justo a esa hora, que algún HDLGP ya había traducido el libro de manera impoluta y lo había colgado en internet. Sí, como dice Millás, "Los objetos nos llaman", yo oí como la pantalla se descojonaba de mí. Lástima la falta de testigos. Grr. Pero he aprendido la lección Sososki, nunca mais renunciar a una presentación por algo así.

C.

9:33 a. m.  

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