Siniestros niños literarios

Huelga decir que no es una competición (aunque sin duda habría ganadores que no desvelaré), pero estos son títulos que tienen en común la crueldad infantil; innata y premeditada, ambiental e individual.

Leí primero a Agota Kristof por motivos evidentes -se relanzó antes-, pero sin duda abrió camino para leer con una perspectiva diferente Juventud sin Dios.
También para saber que estoy tardando en ir a ver La cinta blanca.
Me gustan los niños siniestros. Y más cuando salen de literatura con mayúscula (que alguien me fusile por la frase manida, I know; no se me ocurre otra mejor).

Lo bueno de Odön von Hovárth es que me ha devuelto a otro de los temas literarios que también me apasionan: la religión, y la dosis de refuerzo ha venido de la mano de Eduardo Mendoza y sus Tres vidas de santos. Que me hacen pensar en comprarme The Power and the Glory de Graham Greene que leí en su día traducido y es el referente base para mi interés por este tema.

Y aunque pareciera que estoy mano sobre mano leyendo autocomplacientemente, no es así. Lo que pasa es que he aprendido a procrastinar con clase.