Carambola
Con esta horda de genios, maniacos e iluminados he pasado las vacaciones, ahondando, una vez más, en la inabarcable cuestión de la rememoración del pasado y la vida propia. Como bien sabe cualquier estudiante de filología, es casi una constante que los libros "contados" suenen mejor y más apetecibles que los propios textos, aunque en este caso sé de antemano que no se trata de que Zweig haya logrado ese efecto, el quid de la cuestión pasa por que el propio Zweig es un autor inmenso, cuyas reflexiones unidas a sus objetos de interés convierten leer este ensayo en un verdadero placer. A mi entender, que no tiene por qué ser humilde, la metaliteratura es una de las cumbres de la creación literaria y Tres poetas de sus vidas es un gran ejemplo.
Así que hace días, desde que anticipaba y remoloneaba por no llegar a la última página, me preguntaba qué leería después (y eso que éste es de esos libros que te deja con una after-party reading list para meses), pero la duda se ha solventado de la manera más exótica posible.
Regresábamos ayer, después de una rentrée inmejorable, y nos encontramos a un colectivo de señoras de las que no existen en Facebook pero deberían: a las 23.50, sin perro ni excusas visibles, daban vueltas alrededor de la incomprensible fuente dedicada a Caperucita que hay en Passeig de Sant Joan. Yo, que ya apunto maneras, no pude resistirme a arrastrar a mon amour al ojo de huracán. Las señoras nunca se mueven en vano. Por supuesto que no.
Alguien había dejado a los pies de Caperucita una montaña de libros, lo que ya de por sí es un regalo, pero es que además eran nuevos y buenos, o al menos prometedores. Así que momentáneamente mis dudas se han disipado. Leeré alguno de nuestros nuevos adoptados para celebrar la noche de hallazgos (Henry James tiene todas las papeletas, seguido de dos autores de Minúscula que, por supuesto, no conocía o un par de títulos nunca reseñados de este año de Periférica).
El vino no estaba en a los pies de Caperucita, pero sí forma parte del alijo con el que volvimos a casa anoche, cortesía de la anfitriona que celebraba un dígito para recordar (y la foto es un desastre porque tengo un móvil de una generación que no corresponde a la que vivimos).
10 Comments:
BRRRRAAAAAAAAVOOO!!! Clap!Clap!Clap!Clap!
yo volví con vino pero sin libros_pero vaya la emoción de la anfitriona y su inmejorable dígito me animó a echar una partida de dardos con la meva h. y unas birrillas_un buen alijo tb, sin duda.
______gràcies per ahir
gràcies a tu, Saret...
Me encantó estar allí (y los añadidos fueron muchos).
Los libros los dejó josep maria de sagarra, lo comentaba en la vanguardia del domingo-lunes, ahora no recuerdo.
Tengo tendencia a matar al personal antes de tiempo (sólo en mi mente), pero éste, Josep Maria de Sagarra, seguro que ya no está entre nosotros, ¿o tiene un vástago homónimo generoso viviendo, afortunadamente, por el barrio que además escribe en La Vanguardia?
Yo no leí el artículo, pero el que escribe en "La Vanguardia" y está vivo es el hijo, Joan de Sagarra. Josep Maria de Sagarra, el padre, novelista y traductor de la Commedia de Dante al catalán en verso, murió hace tiempo...
Qué delicia leerte, G.
Besos,
P.
Te aseguro que aquí, en Dogville, la gente no abandona pilas de libros a su suerte.
Por cierto, alucino con la producción literaria de Zweig. No hay sección temática de la librería que salga ilesa :O
comenta JOAN de sagarra que mañana lunes volverá a dejar libros: same place same time
Mmm. Tentador. Aunque me pesa la idea de que la avaricia rompe el saco. (Y que el espacio en las estanterías escasea.)
Gracias por avisar (y también a P. por participar en la resolución del misterio).
S. ahora que sabemos quién deja los libros, podríamos pasarle el dato de que en Dogville hay más sed de libros que en otros lares. A ver si se estira (ya puestos, qué le cuesta).
Me abruma que Zweig tenga tanto, porque algo me dice que es bueno y me va a salir un riñón, claro.
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