Finally
Salgo luego a la calle, y como es temprano para la cita del almuerzo me siento en un banco de un pequeño parque a tomar el sol suave de septiembre leyendo el último libro de Alice Munro. El título resuena inesperadamente en mi estado de ánimo: Too Much Happiness. A veces es posible sentir demasiada felicidad. En el banco, a la una de la tarde, entre indigentes adormecidos y madres jóvenes que hablan por el móvil, leyendo al sol a Alice Munro -papel y tinta olorosa, encuadernación firme entre las manos-, me encuentro del todo en mi lugar.
Antonio Muñoz Molina
El País, septiembre de 2009
Leí este artículo días antes de ir a Nueva York. Y el título de este libro se me quedó grabado sin ningún esfuerzo. Porque es posible sentir demasiada felicidad cuando estás a punto de irte amb la teva estimada a la ciudad que probablemente te gusta más del mundo y ya tienes el primer título que rastrear al cruzar la puerta de Strand. Sin embargo, Muñoz Molina no había revelado que él era un lector privilegiado, porque Too Much Happiness todavía no estaba a la venta.
Ha pasado más de año y medio. Estrechando el cerco sobre Munro. Antes fueron Las lunas de Júpiter y Amistad de juventud. Lecturas bilingües, simultáneas y robadas en horas de trabajo. Un preámbulo inmejorable para este momento. Porque ahora leo la misma edición de la que habla el artículo, en un ejemplar esporádicamente anotado por la traductora, consultado por todos los que han trabajado con él y que le da una flexibilidad al volumen que a mí me gusta incluso más que la rigidez de los libros nuevos.
Y pienso en el tiempo, en las casuales causalidades, en Nueva York, en Muñoz Molina, en la meva estimada y en que se puede sentir demasiada felicidad cuando te levantas una mañana, abres la cubierta de un libro anhelado y te das cuenta de que no puede haber nada mejor que leer algo tan esperado.
Antonio Muñoz Molina
El País, septiembre de 2009
Leí este artículo días antes de ir a Nueva York. Y el título de este libro se me quedó grabado sin ningún esfuerzo. Porque es posible sentir demasiada felicidad cuando estás a punto de irte amb la teva estimada a la ciudad que probablemente te gusta más del mundo y ya tienes el primer título que rastrear al cruzar la puerta de Strand. Sin embargo, Muñoz Molina no había revelado que él era un lector privilegiado, porque Too Much Happiness todavía no estaba a la venta.
Ha pasado más de año y medio. Estrechando el cerco sobre Munro. Antes fueron Las lunas de Júpiter y Amistad de juventud. Lecturas bilingües, simultáneas y robadas en horas de trabajo. Un preámbulo inmejorable para este momento. Porque ahora leo la misma edición de la que habla el artículo, en un ejemplar esporádicamente anotado por la traductora, consultado por todos los que han trabajado con él y que le da una flexibilidad al volumen que a mí me gusta incluso más que la rigidez de los libros nuevos.
Y pienso en el tiempo, en las casuales causalidades, en Nueva York, en Muñoz Molina, en la meva estimada y en que se puede sentir demasiada felicidad cuando te levantas una mañana, abres la cubierta de un libro anhelado y te das cuenta de que no puede haber nada mejor que leer algo tan esperado.
3 Comments:
Qué bonito es leerte siempre tan feliz :)
Yo también leí en su momento el artículo de Muñoz Molina y me quedé con la copla.
Tengo el libro en mi estantería, en edición de bolsillo, puede incluso que lo comprase en NYC, quizá en Strand.
Por supuesto, aún no lo he empezado (...), pero leyéndote a ti hoy así me entran aún más ganas: de leer a Munro y de volver a NYC (amb tu i la teva estimada, quizás? ;)
muakas!
S., sí que es bonito que me lo digas...
gK, estamos tardando en ponerle fecha, aunque sea lejana, que sea.
besos for u both,
g
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