Ahora
Lo miraron como a un loco. Normal. Él habría hecho lo mismo en su lugar. Lo cierto era que no soportaba físicamente ni las parades ni el techo, le costaba respirar, los objetos lo agredían y una vibración nociva lo acosaba. Y la presencia de gente a su alrededor era todavía peor. Sentía su miseria, sus dolores, su pánico a no estar a la altura, a ser desenmascarados, castigados, a fallar. Le daba la impresión de que era como el polen: se infiltraba en él y le entorpecía la respiración. Es decir, que no, de verdad, no os preocupéis, no le apetecía nada instalarse en casa de uno o de otro. Ahora necesitaba espacio. Y soledad.
Vernon Subutex 2
Virginie Despentes
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