jueves, octubre 27, 2016
viernes, octubre 14, 2016
miércoles, octubre 12, 2016
¿?
Eso me hizo comprender que para vivir en sociedad había que armarse con palabras, no dudar en multiplicarlas, diversificarlas, captar sus más ínfimos matices. El vocabulario adquirido de ese modo creaba poco a poco una coraza, espesa y fibrosa, que permitía desenvolverse en el mundo, despierta y confiada. Pero seguía desconociendo tantas palabras...
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Raros son los amigos de los
que podemos decirnos que han cambiado nuestra vida, con la extraña certeza de
que sin ellos nuestra vida simplemente no habría sido la misma, con la íntima
convicción de que la incidencia de ese vínculo, su influencia no se limita a
unas cuantas cenas, fiestas o vacaciones, sino que de ese vínculo ha irradiado,
se ha proyectado mucho más allá, de que ha actuado sobre las decisiones más
importantes que hemos tomado, de que ha modificado profundamente nuestra manera
de ser y contribuido a afirmar nuestro modo de vida.
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Sí, yo también me había
preguntado muchas veces: ¿cómo hacen las personas? Y a decir verdad, aunque
esas preguntas hubieran cambiado, seguían vigentes: ¿cómo hacen las personas
para escribir, amar, dormir de un tirón, variar la comida de sus hijos,
dejarlos crecer, dejarlos marchar sin aferrarse a ellos, ir una vez por año al
dentista, practicar deporte, mantenerse fiel, no volver a fumar, leer libros +
historietas + revistas + un diario, no haber quedado totalmente anticuada en
cuestión musical, aprender a respirar, no exponerse al sol sin protección,
hacer la compra una vez por semana sin olvidar nada?
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Si no captas la pequeña vena de la locura de alguien,
no puedes amarlo. Si no captas su punto de demencia, has perdido la ocasión. El
punto de demencia de alguien es la fuente de su encanto. (Gilles Deleuze en la radio.)
Por otra parte quizá fuera
siempre eso, un encuentro, ya sea amoroso o amistoso, dos demencias que se
reconocen y se cautivan.
Basada en hechos reales
Delphine de Vigan
No dejo de intentar entender por qué no puedo dejar leer y subrayar un libro sobre todos los temas que supuestamente me cansan (o cansaban).