domingo, abril 20, 2008

Humor amarillo


Es difícil comprender por qué ésta ha sido la imagen con la que ilustran un artículo sobre obesidad y sector alimentario. No podía dejar que se perdiera sin más en las páginas salmón de El País.

lunes, abril 07, 2008

El síndrome calçot y el efecto mimético de la lectura

Como escribo poco acabo escribiendo según el estilo del libro que esté leyendo (lo que en estos momentos quiere decir como un hombre polaco de mediana edad en plena crisis creativa tras haberse alienado de su traumática experiencia en Auschwitz al transformarla en el tema de su primera obra). Mal, muy mal, porque si bien sí encuentro pensamientos que plasman a la perfección determinados sentimientos o visiones de la vida, no soy un polaco deprimido. La verdad es que todo es bastante más vulgar y prosaico.

Sufro, o he sufrido, o tal vez aún esté sufriendo* EL SÍNDROME CALÇOT, porque me resisto a aceptar que en este país todo tiene que adoptarse directamente en inglés (síndrome burn-out). Bien por la adopción, pero también por el bautizo. Para los foráneos explico que el calçot es un familiar cercano de la cebolla que se consume sobre todo en Cataluña (y supongo alrededores) entre febrero y marzo. El modo de preparación es la clave de esta propuesta de nomenclatura: los calçots se cocinan enterrados en brasas, y una vez calcinados por fuera están listos, sólo es necesario retirar la capa exterior y sumergir en salsa romesco. Un placer, aunque como diría un buen frutariano (talibán vegano), no para el calçot.
Así que a esto se reduce. En plena temporada me enterraron entre brasas laborales y me devoraron a traición, pero siempre queda algo, así que no puede decretar que el banquete haya acabado, no, sirviéndome de otra imagen, puedo afirmar que hay cenizas de las que renacer, y en ello estoy. Bastante contenta por cierto (otro aspecto positivo de sentirse un calçot, una simplifica razonamientos).

Y todo viene al hilo de que a raíz de mi post, viajar, ya me han preguntado más de un par de veces si me voy de Barcelona.
Pues no.
Sólo me doy unas merecidas vacaciones para visitar a mi hermana. Ya tengo el show en marcha. Y un montón de planes. Entre ellos olvidar el síndrome recién renombrado.

*Uno de los daños colaterales del síndrome calçot es que echa por tierra la conjugación verbal de la vida de uno. En un instante, los presentes se tornan pasados, los futuros, condicionales, y casi todos los sustantivos requieren de la partícula ex. Un caos.

jueves, abril 03, 2008

Viajar

-Tú no viajas nunca, claro -solía reprocharme.
-Pues no -le respondía, fiel a la verdad.
-¿Por qué no? -preguntaba.
-Porque de todos modos no puedo escapar de mí mismo -solía contestarle.

Fiasco
Imre Kertész

Tampoco puedo escapar de mí misma (no sé si quiero, ya me estoy acostumbrando a que esto es lo que hay), y tampoco se puede decir que no viaje nunca (aunque lo hago mucho menos de lo que solía y cada vez me apetece menos -una lástima no encontrar ahora el link a el artículo de ayer de Jordi Llovet en el suplemento Quaderns de El País), pero bueno, me voy.
Me voy a Argentina. Han pasado cuatro años. Es hora de volver, conmigo, a casa (en la acepción más desacostumbrada y libre).

Meteorología

"Sin pasado, ni sino, ni las ideas erróneas que dan calor, sin nada, saqueado, miro adelante, hacia aquello que me espera. Veo un nubarrón gris, hinchado, infranqueable, y siento que he de atravesarlo, aunque no sé en qué dirección. No importa, no me moveré, ya vendrá a mi encuentro, me atravesará, seguirá su camino y me dejará atrás. Es el tiempo y se llama futuro. En ocasiones lo espío angustiado; en otras, lo espero confiado, como la luz del sol en días de niebla. Sin embargo, sé que todo es ilusión, y esta vez tampoco me dejo engañar y huyo como cuando me arrojaba al infinito sobre las alas de mi meta: no me espera el futuro, sino el instante siguiente, porque no existe el futuro, mero presente que avanza y avanza. Ni un solo minuto puede omitirse, a lo sumo en los relatos. El pronóstico de mi futuro: he ahí la calidad de mi presente. Sí, soy el tiempo meteorológico; y en quien menos confío es en él, en mí mismo."

Fiasco
Imre Kertész

Toparme con este fragmento en un libro que compré por el título es una de esas casualidades inagotables que amenizan el día a día. Que además se cumpla la paradoja de que yo soy un adicta incrédula a la predicción del tiempo, otra, aún mejor.

Leer le está poniendo palabras a esta crisis (en su acepción de cambio, ojo).