más trivial
He acabado la montaña de deprimentes y nada valiosos relatos universitarios.
El techo de mi cocina es la ruina nacional y el motivo de mis súbitas relaciones con todos los gremios existentes.
Me está costando asumir la entropía de mi casa, de mi vida (una vez más).
Me ha salido bien durante trece días, pero con el número maligno se me ha acabado la paciencia (también las carcajadas estertóreas próximas a la enajenación, que sólo querían decir que estaba perdiendo la razón y que leía demasiado al día).
En caso de crisis, yo no seré la coordinadora.
Me estreso y no gestiono bien las relaciones humanas. La mía conmigo misma la que peor.